Detrás de cada novia hay una historia única y, de verdad, muy emocionante. Pero hay algunas que te tocan el corazón con más fuerza. Es el caso de Ruth, una española de Torrelavega, como yo, que se casó en la playa con Toni, un mexicano. Ellos dos eran compañeros de trabajo en un hotel en Mallorca. Toni preparaba espectáculos para turistas y un día entre las 200 personas de público repartieron globos. De repente, se paró la música y Ruth se quedó delante del escenario, todo el mundo lanzó los globos y Toni le dio así el anillo de pedida. Era además un anillo con el que Ruth soñaba de una diseñadora mallorquina. Fue un momento precioso, todo el mundo acabó llorando y estuvieron celebrándolo con todos los compañeros del hotel.
Para la boda escogieron la temática de sus dos países, México y España, con todos los elementos mezclados. Ruth me comentaba lo ilusionada que estaba preparando todos los detalles de su boda a mano. Durante 6 meses preparó todo ella, las invitaciones, unos sombreros mexicanos con tequila…Y de todo eso, guarda un gran recuerdo.
A la hora de escoger el vestido, Ruth fue una novia atípica, pero acorde a su personalidad auténtica. Ella sola compró su vestido, sin la ayuda ni el asesoramiento de nadie. Para ella, el vestido es una cuestión de intuición, de conexión, y por eso recomienda no dejarse influir por las opiniones de la familia o las amigas.
A la hora de peinarla, tuve mucho en cuenta su esencia. Además, ella me lo pidió así, quería verse tal y como es ella. Es muy trendy a la hora de peinarse, se hace moños deshechos, y entonces opté por un recogido bajo, muy bonito, muy desenfadado, con mechones fuera y una corona de flores. Ella se sintió muy cómoda, le encantó el resultado y decía que se miraba al espejo y se veía ella. Eso es para mi lo más importante.
La boda fue muy divertida, una reunión de amigos y familia que están juntos y se lo pasan bien. Hay muchas anécdotas, pero la que ella más recuerda es la risa que les dio ver a los mexicanos perplejos cuando los españoles bailaban Paquito, el chocolatero. No entendían nada.
Ruth y su boda me reafirman en que la mía es una de las profesiones más bonitas que se pueden tener. ¡Gracias por dejarme compartir este sueño contigo!

